Trassierra

Preciosa e indispensable ruta que nos permite conocer esta maravillosa porción de la Sierra Morena Cordobesa en la que nos sumergiremos en un auténtico vergel que conforman los bosques en galería de las riberas del Arroyo Bejarano y del Arroyo del Molino con sus innumerables saltos de agua y su profusa vegetación que inunda un paisaje cargado de historia cuyas ruinas del pasado tan vinculadas a la cultura del agua van jalonando nuestro avance dando aún más alicientes a este singular recorrido.

Sin duda, el punto álgido lo encontramos en los Baños de Popea, una delicia natural más propia de un selecto plató cinematográfico o de la más dulce ensoñación donde la frondosidad y el verdor enmarcan a modo de velo vegetal una imagen de las que quedan grabadas a fuego en la memoria. Si a esto le añadimos el esplendor natural y otoñal de los Castañares de Valdejetas y de Lo Prado y la espléndida dehesa que nos brinda esta sierra nos da como resultado una ruta inolvidable cargada de embrujo en la que por momentos se roza lo místico.

Nuestro recorrido comenzará en Santa María de la Trassierra, pequeña población dependiente de la capital cordobesa de la que fue párroco el ilustre poeta Luis de Góngora y que fue testigo del paso de Cristóbal Colón. Saldremos de esta zona residencial dirigiéndonos hacia el Noreste siguiendo la calle de la Encina, que continúa por la calle Soldado Solimán del Pozo e inmediatamente seguimos a la izquierda la calle Camino Carne para posteriormente seguir paralelos al Camino del Río siguiendo una senda opcional que aparte de brindarnos frondosidad nos evita pisar el asfalto y que nos pasa más adelante sobre el Arroyo del Molino. En este tramo aparecerán balizas del Gr-48. Una vez cruzado el arroyo tomaremos la primera pista que nos surge a la derecha y que nos introduce en plena dehesa.

Tomaremos ahora la primera pista de tierra que nos aparece a nuestra derecha y que en dirección sur nos lleva al polje o Llano de Escarabita, también conocido como de la Fuente del Elefante, un lugar cargado de historia donde se hallan restos del acueducto romano y de la mansión del Califa. Esta emblemática fuente toma su nombre de la escultura de piedra de época califal (s. X) de un joven elefante asiático labrada en un único bloque de piedra calcárea procedente de esta sierra que se erige sobre un pedestal dominando un estanque. Esta fuente formaba parte de un palacio de recreo que mandó construir el califa Abderramán III.

Es una de las pocas imágenes islámicas de este estilo que se conocen, pues su religión prohíbe la reproducción de figuras animales y humanas. Esta escultura actuó como surtidor de agua o aguamanil y funcionó al parecer con grandes pérdidas de agua antes de que ésta surgiera por los colmillos delanteros. Se ha podido datar entre los años 982 y 1193 su función como fuente; se trata de momentos históricos coincidentes con la inauguración y auge de la ciudad califal de Medina Azahara y con la conquista de la ciudad por el mundo cristiano-castellano. Con posterioridad a esa fecha se produjo el abandono y parálisis de todo el antiguo sistema, ligado a la bajada del nivel freático. La escultura original ha estado en este lugar hasta 1988, año en el que fue sustituida por una réplica y actualmente se encuentra en el patio del Museo Diocesano de Córdoba.

El agua que aún mana en este lugar fluye canalizada por el viejo acueducto romano de Valdepuentes También se cuenta que en este lugar todos los devotos islámicos tenían la obligación de trabajar en la finca al menos una semana al año para costear con los beneficios el arreglo y mantenimiento de la Mezquita de Córdoba. La belleza que este lugar irradió en su tiempo fue muy mencionado en la literatura árabe de la época. Aquí estuvo situado “El Valle de las Rosas” mencionado por Al-Sagundi en su obra “Risala o Elogio del Islam español”.
Abandonamos este enclave hipnotizados por el magnetismo que aún conserva este lugar y tomamos un camino que asciende hacia el NE dejando la Casa de Valderrama a nuestra izquierda entre un precioso paisaje adehesado hasta llegar a las ruinas de la Casa del Coronel, donde nace el arroyo que recibe el mismo nombre. Esta casa se encuentra actualmente en ruinas. En su origen fue un eremitorio y su entorno constituyó un lugar de retiro y oración para anacoretas. Posteriormente fue una fábrica de paños. El camino discurre ahora por encima del acueducto, que se encuentra subterráneo y aflora a la superficie solamente en algunos tramos.
Continuamos descendiendo suavemente pasando junto a un curioso abrevadero y nos adentraremos en el verdor y frondosidad del Arroyo del Bejarano, a cuyo cauce llegamos y tras cruzarlo lo remontamos unos metros arroyo arriba siguiendo una senda perfectamente marcada hasta que encontramos lo que se conoce popularmente como Primer Venero del Bejarano o Salto del Bejarano, pintoresco lugar que irradia serenidad por todos sus poros. De aquí parte el acueducto romano de Valdepuentes (Aqua Augusta) datado en el s. I y con más de 18 Km. de longitud y de gran importancia puesto que durante varios siglos fue el principal aporte hidráulico de la ciudad de Córdoba. En época islámica el acueducto siguió siendo utilizado para abastecer a Medina Azahara.

Este venero era la presa que desviaba el agua hacia la canalización, de hecho junto a la cascada podemos ver los restos de una antigua construcción de piedra desde donde brota el agua: es la captación del acuífero. Este manantial jamás ha dejado de fluir.

Desandamos nuestros pasos hasta el lugar donde cruzamos el Arroyo Bejarano y continuamos el sendero que tras pasar una puerta continúa paralelo al arroyo por su margen natural derecho junto a un bonito bosque en galería donde predomina el álamo negro, el avellano y el fresno. Según unos estudios recientes, el bosque en galería del Arroyo Bejarano y del Arroyo del Molino son los mejores conservados de toda Sierra Morena. A la derecha podremos apreciar las ruinas del Cortijo del Bejarano mientras que a unos 200 metros de flanquear la puerta antes mencionada encontraremos al otro lado del río los restos de una Fábrica de Paños del siglo XIX, que tras cruzar el río por unos troncos pudimos disfrutar de sus evocadores ruinas plagadas de musgos, hiedras e higueras conquistando unas paredes ruinosas que hace ya tiempo conocieron el trajín de la manufactura diaria de paños a partir de la molienda de trapos y lana, a lo que históricamente esta zona ha tenido mucha tradición puesto que hay constancia de que en época islámica, entre los siglos X y XII, Córdoba se había convertido en una de las mayores productoras de paños para Al-Andalus imitando incluso las labores textiles de Oriente Medio.

Retomamos de nuevo el sendero que continúa descendiendo por el margen natural derecho del Arroyo Bejarano sorprendiéndonos con los parajes de extrema belleza que nos brinda la combinación del esplendor otoñal y los remansos y pozas que el arroyo nos regala en cada recodo. Este sendero coincide con la Vereda Pasada del Pino en todo este tramo. Pasamos junto a unos restos de una calzada romana y un poco más abajo llegamos al conocido como Rincón del Duende, donde el Bejarano nos sorprende con un enclave de gran frondosidad donde la vegetación y el agua invitan a sentarse y contagiarse de las gratas sensaciones que contagia este lugar. Continuamos el suave descenso junto al cauce del arroyo que mantiene un rumbo oeste en todo momento y trazando varios meandros que siguen haciendo idílico este tramo ribereño.

Llegamos a una meseta donde transitoriamente dejamos el sendero que traíamos para dirigirnos a las ruinas del Molino del Martinete, escondidas entre la frondosidad. Este molino tiene origen árabe aunque ha sido muy reestructurado con el paso de los siglos, pese a lo que aún quedan arcos ojivales, arcos de herradura y fuertes muros de grandes sillares que sujetaban la noria que accionaba las piedras de la molienda para batir cobre.
Volvemos de nuevo al punto de la meseta donde abandonamos el sendero que ahora retomamos en un pronunciado descenso junto al Arroyo Bejarano. Nos sigue llamando poderosamente la atención el maravilloso bosque y vegetación ribereña que acompaña el cauce del arroyo, no en vano están considerados los mejor conservados de toda Sierra Morena. En pleno descenso nos encontraremos con unas antiguas minas romanas en las que disfrutamos como niños adentrándonos en sus entrañas y recorriendo sus pasadizos. Estas antiguas minas han sido utilizadas hasta hace poco. De estas minas se extraía calcopirita utilizadas para fabricar cobre de primera calidad, convirtiendo así a la Corduba romana en una capital abastecedora de cobre con el que se fabricarían monedas como los ases y los oricalcos.

Seguimos descendiendo por esta auténtica maravilla de vegetación selvática hasta llegar a la desembocadura del Arroyo Bejarano en el Río Guadiato. Aquí tomamos un sendero que asciende suavemente junto a la orilla del Guadiato remontando su cauce unos 300 metros hasta llegar a la conocida como Laguna del Guadiato, un ensanche de este río donde encontraremos un remanso de agua. Iniciamos el descenso por donde hemos venido siguiendo el margen natural izquierdo del Río Guadiato y tras pasar el Arroyo Bejarano el sendero se encajona entre un pasillo de piedra totalmente cubierta de musgo y líquenes y la orilla del río, dotando de notoria belleza este tramo. Cruzamos la desembocadura del Arroyo del Coronel y tras esta llegamos al enclave conocido popularmente como Tabla de la Aldea, que no es más que un remanso de agua del Río Guadiato con varios afloramientos rocosos muy frecuentados para el baño en época estival.

Tras pasar la Tabla de la Aldea encontraremos ahora la desembocadura del Arroyo del Molino, que tras vadearlo lo remontamos siguiendo el sendero que asciende por su margen natural izquierdo y que nos introduce en la espesura de la vegetación ribereña y de bosque en galería donde aparecen imágenes de extrema belleza con el arroyo dividiéndose en múltiples ramales surcando la gran multitud de troncos del bosque de ribera en el que estamos inmersos. Incluso en esta zona podemos encontrar el arce de Montpellier, como aparición única de esta especie en la sierra cordobesa. El verdor de la proliferación vegetal y la cobertura casi total de musgos e hiedras provocan un verdadero éxtasis al caminante en su avance hasta llegar a las ruinas del Molino del Molinillo, molino harinero de época árabe (s. X), además de los restos de otras construcciones y conducciones hidráulicas. A partir de aquí la sucesión de saltos de agua y de tobas y pozas naturales ente helechos y culantrillo que nos brinda el Arroyo del Molino es sensacional, más aún con las hojas de los caducifolios del paraje tapizando las rocas que el arroyo ha ido erosionando para conformar un enclave auténticamente de ensueño conocido popularmente como Baños de Popea, especialmente una cascada que se precipita en una gran poza natural. Tal vez este sea el punto álgido de nuestro recorrido por lo que nos recreamos en el lugar como se merece.

Continuamos arroyo arriba hasta cruzarlo por los restos de una toma y conducción de agua que nos aparece hecha de piedra y que nos permite cruzar a la otra orilla , siguiendo ahora arroyo arriba por su margen natural izquierod durante unos metros hasta comenzar a ganar altura sobre la orilla sumergiéndonos en la espesura vegetal hacia el sur siguiendo un senderillo bastante difuso y que nos lleva hasta una zona de pinar algo más despejada. Aquí nos encontraremos un sendero bastante más marcado que ahora hacia el norte y llaneando nos conduce a un camino aún más amplio que tomamos a la ziquierda en fuerte ascenso y que nos lleva a un amplio carril vecinal. Esta pista desciende hacia el sur y nos conduce a una urbanización en las afueras de Santa María de la Trassierra. Al llegar a un gran cruce tomaremos la calle ya asfaltada que nos aparece a la derecha y que en dirección Noroeste nos permite cruzar la Urbanización Llanos de Arjona donde aparecerán balizas y marcas del sendero PR-A 211 que seguiremos a partir d ahora hasta el final de la ruta. Al finalizar la urbanización continuaremos unos metros por la carretera CO-3402 siguiendo dirección NO hasta salirnos del asfalto un poco después a nuestra izquierda para continuar por un bello y amplio sendero que asciende entre quejigos, cornicabras y madroños bajo las Casas del Salado.

Este sendero desemboca de nuevo en la carretera C0-3402, siguiéndola ahora en ascenso durante 1 km hasta que unos metros antes de llegar a Puerto Atarfi tomaremos a la izquierda una pista que asciende en fuerte pendiente hacia el oeste. Llegaremos a un cruce de caminos donde tomamos el que continúa ascendiendo a nuestra izquierda. Finalizamos la explosiva subida e iniciamos ahora un pronunciado descenso por la Cañada de la Teja hasta tomar el camino que de nuevo en ascenso nos lleva a la entrada de la Finca de Valdejetas, a la que accedemos por una puerta habilitada para ello. Tras progresar entre eucaliptos, alcornoques y quejigos llegamos al impresionante Castañar de Valdejetas, un extenso bosque de castaños que es algo inusual en el sur de la península por lo que le confiere aún mayor encanto y valor a este enclave que encontramos en sus postreros coletazos otoñales desprendiéndose de sus últimas hojas mientras avanzamos junto a él. Pasamos junto al Cortijo de Valdejetas y tras atravesar un olivar de nuevo nos sumergimos en el esplendor otoñal de otro castañar, esta vez el Castañar de Lo Prado, más pequeño que el anterior pero no de menor belleza y tras el cual saldremos de esta finca.

Seguimos descendiendo por la pista hasta que en las inmediaciones del Arroyo del Matalagartos encontraremos un cruce en el que tomaremos la pista que perfectamente señalizada con las franjas blancas y amarillas del PR además de las blanquirrojas del GR-48 que tiene ahora un tramo común con el que traemos, dirigiéndonos hacia el este pasando junto a un pequeño embalse que forma el Arroyo de Matalagartos. El amplio camino discurre por un bello paisaje de dehesa donde nos encontramos con ganado vacuno suelto mientras pasamos por el Arroyo del Rulo y próximos a las Casas de la Brazona siguiendo la conocida como Vereda del Vado de Pan Duro o Vereda de la Canchuela. Más adelante llegaremos al Pozo de las Cruces, un cruce de vías pecuarias donde realizando un giro de 90º tomaremos la de nuestra izquierda que se dirige hacia el norte en suave ascenso y que nos sumerge en un bello alcornocal. El camino va virando hacia el este hasta que llegamos a un camino asfaltado junto al alojamiento rural de La Gamonosa, ya en la periferia de Santa María de la Trassierra.

El carril asfaltado que ahora seguimos en dirección este cruza el Arroyo de Guadarromán y atraviesa la Urbanización Finca del Salado hasta confluir en la calle Arroyo, que tomamos a la izquierda pasando junto a una pequeña fuente y donde un poco más adelante llegaremos al Cerro del Pozo de la Nieve, parque periurbano en el que nos introducimos buscando las balizas de color azul que nos conducen a una de las joyas de esta sierra, el Pozo de la Nieve de Santa María de la Trassierra, construido en 1823 por un particular y que llegó a monopolizar el comercio de la nieve en Córdoba en la época. Esta bella construcción con cúpula semiesférica tiene doble muro para crear una cámara aislante y mejorar así su función refrigerante. Una vez concluida la visita al pozo nevero continuaremos por la calle que hacia el norte nos conduce al punto inicial de la ruta.

 

Información extraída de Wikiloc.

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