Novela intensa que te hará vivir aventuras trepidantes y situaciones límite…

Royuela, nos invita a participar con ellos en una serie de acontecimientos que se suceden de forma intrépida y vertiginosa donde se mezclan todos los ingredientes que podemos desear: intriga, suspense, sexo, amor, amistad, compañerismo…
La ciudad de Córdoba, tierra natal del autor, se convierte en un personaje más de la novela. De su mano, recorreremos todos los rincones, calles, terrazas, restaurantes, parques y lugares emblemáticos donde se originarán las piezas de este puzle tan difícil de encajar.
El ritmo de la acción es trepidante. Al igual que los protagonistas, vivimos con frecuencia en un desasosiego permanente creado por persecuciones, crímenes, robos y situaciones rocambolescas que alteran nuestro ritmo cardíaco, viviendo con ellos un frenesí del que es imposible escapar.
Nos sumergiremos en terrenos tan peligrosos como el terrorismo islámico, la trata de blancas, la corrupción, las mafias de narcotraficantes, viviendo al borde de abismo situaciones extremas de los personajes, en las que sus propias vidas se ven amenazadas al límite.
Esas “inolvidables” vacaciones veraniegas, pondrán “patas arriba” la vida de los protagonistas que nunca volverán a ser los mismos. ¿Cómo rehacer una vida rutinaria después de jugar cara a cara con la muerte? ¿Cómo recuperar sus trabajos como docentes cuando has descendido a los infiernos y apenas han cicatrizado tus heridas?
La novela además está salpicada de diálogos donde se reflexiona sobre la naturaleza humana y donde se cuestionan las trayectorias que algunos eligen como modus vivendi aferrándose a fanatismos religiosos o a sentimientos de venganza, que obviamente los abocarán al fracaso como seres humanos y a la destrucción.
Lectura altamente recomendable la de esta novela, “Periféricos”, que esperemos anime a Royuela, a continuar en este camino emprendido; por supuesto, sin olvidar la poesía a la que le permitiremos regresar, solo si nos promete nuevas propuestas literarias como esta.
¡Enhorabuena, Antonio!